«Ha sido un año que nos ha dejado sensaciones agridulces. En términos generales, no hay nada que celebrar, ya que la guerra de Ucrania provocó el desplazamiento forzado de millones de personas en toda Europa y algunas de ellas encontraron refugio en Euskadi. Volvimos a ver cómo la sociedad vasca se volcó para brindar solidaridad a las personas refugiadas que llegaban huyendo de las bombas. La respuesta a nivel institucional también fue rápida y se pusieron en marcha mecanismos de protección que nunca antes se habían utilizado gracias a la aplicación de la Directiva Europea 2001/55 de protección temporal a personas desplazadas. Las comisarías de policía comenzaron a tramitar los permisos rápidamente y desde la administración se movilizaron los recursos necesarios con una agilidad y eficacia desconocidas. Esto demostró que cuando hay voluntad política se puede proteger a las personas. Pero lamentablemente no hemos visto la misma respuesta con el procedimiento ordinario de protección internacional al que recurren las personas que necesitan refugio y no proceden de Ucrania. De hecho, es muy complejo y tardío conseguir una primera cita en policía para tramitar esta petición de asilo. De ahí esa sensación agridulce que se nos queda».

Esta frase del presidente de Zehar-Errefuxiatuekin, Javier Galparsoro, resume las grandes líneas de lo que supuso el 2022 en materia de refugio. En esta memoria encontrarás las diferentes actividades que hemos realizado en las áreas de intervención, incidencia y gestión. Además, ofrecemos un análisis de los principales retos y avances en materia de refugio.

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