La comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi (ZEHAR errefuxiatuekin) nació el 10 de mayo de 1996 para dar respuesta a las necesidades que tenían las personas que buscaban protección internacional en la Comunidad Autónoma Vasca. Desde entonces y hasta ahora, la organización ha acompañado a más de 40.000 personas procedentes de unos 90 países en el inicio de su nueva vida. Además, el equipo jurídico ha tramitado un tercio del total de las solicitudes de asilo que se han registrado en Euskadi durante estos 25 años.
Un poco de historia
A finales de los 80 e inicios de los 90, se dieron situaciones de conflictos y guerras que provocaron que las personas se desplazaran en busca de un lugar seguro donde poder vivir en paz: Rumanía, Los Balcanes, Ruanda, Angola, Liberia, etc.
Un grupo de estudiantes de derecho de la universidad se interesaron por el trabajo que realizaba en materia de asilo el abogado y actual Presidente de ZEHAR errefuxiatuekin Javier Galparsoro, quien colaboraba en esta materia con la organización estatal CEAR. Fue en 1989 cuando Galparsoro atendió a la primera persona refugiada. Según sus propias palabras, “tuve que ir a comprar un mapamundi para saber dónde estaba Sierra Leona, país del que provenía Sheikh Omar Kalokoh. A partir de ahí, vi que el mundo era muy grande. Este hombre me contó una historia muy impactante y me hizo profundizar en este mundo del refugio que para mí era totalmente desconocido. Siguiente paso: estudiar la ley de asilo vigente en aquel momento, de la que no conocía ni su existencia”.
Él fue el mentor de aquellas primeras personas voluntarias que algunos años después, fundarían ZEHAR errefuxiatuekin: “Alguien tenía que fundarlo y yo fui una de esas personas” , dice Galparsoro. Una de aquellas estudiantes fue Patricia Bárcena, actual directora de ZEHAR errefuxiatuekin y una de las impulsoras de la organización desde sus inicios: “Conocimos a unos jóvenes que habían huido de la guerra de Bosnia. Nos quedamos sobrecogidas, porque no entendíamos nada, nos cuestionábamos qué tipo de acogida se les estaba dando, dónde estaban sus derechos. Al igual que recientemente ha pasado con Siria, en aquel entonces existía mucha solidaridad en Euskadi con las personas procedentes de la Guerra de los Balcanes. Éramos personas muy inquietas. Estas situaciones nos indignaron y decidimos que teníamos que hacer algo.”
La atención que recibían las personas refugiadas que solicitaban asilo en Euskadi en aquellos años, se limitaba a ser jurídica. Mientras se resolvía su expediente de asilo, las personas quedaban en una situación de extrema vulnerabilidad si no tenían redes de apoyo que las sostuvieran. No había pisos de acogida, ni acompañamiento social o laboral de ningún tipo y las ayudas eran mínimas.
Conscientes de esta realidad, en 1996 se registra ZEHAR errefuxiatuekin como entidad, con el objetivo de impulsar un modelo vasco de acogida integral que aunara las diferentes necesidades que presentaban las personas refugiadas que solicitaban asilo y con el firme objetivo de ser motor de cambio apostando por la transformación social.
Es a partir de esta fecha cuando se empieza a trabajar en otras líneas de atención además de la jurídica, como: la acogida, el área social o la incidencia y la participación social.
Bárcena recuerda que “fue entonces cuando empezamos a tener inquietudes relacionadas con que las personas que solicitaran refugio en Euskadi tuvieran un lugar donde quedarse. Un centro de acogida. Nos recorrimos un montón de lugares para encontrar espacios”.
Algunos Hitos de estos 25 años
Polizones: Gracias a la labor que ZEHAR errefuxiatuekin ha realizado durante años para garantizar el derecho de asilo de los polizones que llegaban a Euskadi o a otros puertos de la península en barco, se ha conseguido que de forma sistemática se les garantice la asistencia letrada a través de los turnos de oficio especializados de los distintos Colegios de la Abogacía.
Pioneras en investigaciones sobre persecución por motivos de género: El equipo de incidencia y participación social ha sido pionero en generar investigaciones sobre los tipos de persecuciones por motivos de género. Se han abordado las causas de los desplazamientos forzados desde una mirada feminista, siendo las investigaciones y productos de sensibilización referencia tanto en Euskadi como a nivel estatal.
Apertura de “Larraña Etxea” y “Zuloaga Txiki”: La apertura en 2018 y 2019 de los centros de acogida temporal para solicitantes de asilo de Oñati y Tolosa, dio respuesta a una situación que la organización llevaba años denunciando. No había plazas suficientes de primera acogida en Euskadi. Había mucha gente en situación de calle a la espera de poder entrar en las plazas del sistema estatal de asilo y también muchas personas, que, por su tipo de perfil, quedaban excluidas del sistema. Gracias en gran medida a la labor de incidencia que realizó durante años ZEHAR errefuxiatuekin con autoridades autonómicas y locales, en octubre de 2018 se abrió el centro de “Larraña Etxea” en Oñati (80 plazas) y en agosto de 2019 “Zuloaga Txiki”, en Tolosa (35 plazas).
La familia ZEHAR errefuxiatuekin
Hassana Aalia es saharaui. Fue condenado a cadena perpetua por un tribunal militar marroquí tras acusarle de participar en 2010 en el campamento de protesta pacífico de Gdeim Izik, a 12 kilómetros de El Aaiún. Aalia estaba en Bilbao cuando esto ocurrió y el equipo jurídico de ZEHAR errefuxiatuekin acompañó su solicitud de asilo. Tras un largo recorrido de 5 años, en 2016 por fin se le reconoció el Estatuto de Refugiado.
Según las palabras del activista, “ZEHAR errefuxiatuekin no solo me ha ofrecido el acompañamiento jurídico. También me ha brindado una familia, amistades y compañerismo. Me siento orgulloso de formar parte de esta gran organización que todos los días lucha por los derechos humanos de las personas migrantes, refugiadas y apátridas”. Aalia trabaja actualmente en el centro Zuloaga Txiki de Tolosa.
Ana María García es una de las voluntarias y socias más veteranas de la organización. Para ella ser parte de la familia de ZEHAR errefuxiatuekin como socia y voluntaria es “una oportunidad que me ha brindado la vida, para dejar de teorizar en muchos aspectos y encarnar las cosas que se dicen. Se habla de las personas refugiadas en términos impersonales: han llegado, les han hecho, han dicho… Cuando les pones nombres y apellidos, la vivencia que una tiene es muy diferente. Te hacen pasar por la vista, el oído, el corazón, los sentidos. Me han construido como la persona que soy”.