Clementine Bazabola | Voluntaria congoleña

«¿Cómo no voy a trabajar por los demás si me han ayudado tanto?»

Llegó a Bilbao después de vivir 15 años refugiada en Camerún. «Estoy muy agradecida porque aquí me salvaron la vida», dice

19.09.11 – 02:24 – LAURA CAORSI | BILBAO.

No es fácil ser mujer en tiempos de guerra. Mucho menos, si el conflicto tiene lugar en el Congo y el balance más aséptico arroja cuatro millones de muertos. Hace apenas una década, los crímenes impunes (sin piedad, con testigos mudos) transformaron el ‘corazón’ africano en una bomba de sangre. De allí se marchó Clementine en 1998. Mejor dicho, huyó como pudo. Tenía treinta y pocos años cuando estalló la ‘guerra del coltán’ y, aunque no la mataron, vivió en sus carnes la brutalidad belicista. Por eso se fue del país. «Tenía miedo. Estaba herida. Quería vivir…».

El genocidio congoleño ha sido el más mortífero de la historia desde la Segunda Guerra Mundial. Oficialmente, acabó en 2003, pero la cicatriz aún sigue abierta. A la lista de fallecidos, se añade la de mutilados y exiliados, que también se cuentan por cientos de miles. Clementine forma parte de este grupo. Escapó de su país en dirección a Camerún, donde vivió como refugiada durante casi quince años.

«Llegué herida y muy enferma a Camerún, donde por suerte me dieron asilo -recuerda ahora durante la entrevista en Bilbao-. Todos pensaban que me iba a morir, pero aguanté. En el campamento donde me acogieron había mucha gente sola, sin nada. Ninguno tenía recursos y la mayoría no tenía educación. En mi país yo era profesora, y pensé que podía ayudar compartiendo lo que sabía. Les enseñé a hablar en francés», comenta orgullosa.

Directa al hospital

Clementine dio clases hasta que su propio estado de salud le impidió continuar con la tarea. «Me dijeron que lo mío era grave, que no tenía solución, y me enviaron con las Misioneras de la Caridad para que ellas me cuidaran hasta el final», relata. Pese al desahucio, no aceptó esperar a la muerte postrada en una cama. Nuevamente, decidió ayudar. «Las personas allí estaban peor que yo», asevera esta congoleña, que compaginó el cuidado de los demás con labores de costurera.

«Las hermanas de la Caridad se sorprendieron y, sin que yo lo supiera, contactaron con la congregación de Madrid para saber si era posible que me operaran en España. Enviaron los análisis médicos que tenían y, poco después, les respondieron que sí. Entonces, un día vinieron y me dijeron: ‘Clementine, vas a viajar a Europa, te van a operar y vas a estar sana’. Así fue como salí de África, con un permiso temporal de tres meses para recibir asistencia sanitaria».

Nada más aterrizar en Barajas, la ingresaron en el hospital y no pasó ni una semana hasta que la operaron. «Todo fue muy bien y estoy muy agradecida porque aquí me salvaron la vida», afirma. «El problema es que, dos o tres días después, vinieron de la congregación para decirme que debía regresar enseguida a Camerún, que no podía hacer la recuperación en Madrid. Yo les dije que no podía subir así a un avión y les expliqué que tenía un permiso de tres meses, pero no hubo manera… Y así como estaba, me escapé del hospital».

Clementine llegó a Bilbao en 2008, donde recibió ayuda y asistencia en CEAR. Tras una segunda intervención en 2009, terminó su recuperación en la capital vizcaína, donde fue acogida en calidad de refugiada y actualmente trabaja como voluntaria en diversas ONG. Muchas veces, desempeña el papel de traductora cuando sus paisanos tienen que hacerse entender en las instituciones. «Algunos sólo hablan lingala», precisa.

Clementine también ayuda en una guardería, colabora con Cruz Roja y Cáritas, y es socia de Médicos Sin Fronteras. «Yo no tengo mucho dinero, pero todos los meses doy algo -explica-. Dejo lo que puedo o ayudo en lo que haga falta… Aunque seas pobre, siempre tienes algo para dar. ¿Cómo no voy a trabajar por los demás, si a mí me han ayudado tanto?», se pregunta con una sonrisa y un punto de melancolía.

AL DETALLE

2.298 Son los congoleños que residen en España, de los que 159 están en el País Vasco.

0,005% Porcentaje que esta comunidad representa sobre el total de la población.