Maha Alwande trabajaba como periodista en Irak antes de llegar a Estambul. Ahora vive como refugiada en el barrio de Kumkapi, un vecindario repleto de inmigrantes kurdos a las afueras de la capital económica de Turquía. En su apartamento, junto a las paredes desnudas y mal pintadas en color crema, se amontonan desordenadas tres maletas entreabiertas, una televisión, ropa y un par de mantas apelmazadas. Vive allí desde hace tres meses con sus dos hijos de seis y ocho años, pero bien se podría pensar que acabara de llegar. Maha decidió huir de Irak con los niños y cruzar la frontera turca de manera ilegal. Las amenazas de muerte de su ex marido fueron el detonante. La idea original era escapar a la mítica ciudad de Estambul y desde ahí cruzar a Europa: Grecia, Alemania, Reino Unido… Empezar de nuevo lejos del miedo y la opresión.

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