Angélica Padilla, responsable del servicio de atención psicológica de Zehar-Errefuxiatuekin, participó en las jornadas Mujer, diversidad cultural, migraciones y violencia, organizadas por el Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia. Junto a ella estuvieron Marie Lucia Monsheneke, presidenta de la asociación de mujeres congoleñas y vascas Famek, y Maya Amrane, técnica del Servicio Vasco de Integración Social y Convivencia Intercultural. Las ponentes compartieron experiencias y reflexiones sobre cómo abordar las necesidades específicas de las mujeres migrantes en situaciones de vulnerabilidad.
En el evento, celebrado en el edificio CRAI de la Universidad de Deusto, se enfatizó la importancia de comprender la complejidad del proceso migratorio en el bienestar psicológico de las personas, especialmente de las mujeres. «La migración no es solo un desplazamiento físico; tiene profundas implicaciones en la identidad y el bienestar emocional, que varían según las experiencias y contextos de discriminación o privilegio que atraviesan las personas», señaló Padilla.
El camino hacia un país de destino suele estar marcado por episodios de violencia continua, especialmente en el caso de las mujeres. Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), muchas mujeres migrantes enfrentan violencia en sus lugares de origen, durante el tránsito y en los países receptores. Desde matrimonios forzados hasta agresiones sexuales y prácticas como el uso intensivo de anticonceptivos para prevenir complicaciones durante el viaje, estas experiencias dejan profundas secuelas psicológicas.
Sin embargo, los retos no terminan con la llegada al destino. «El duelo migratorio y el trauma racial son afectaciones psicológicas que influyen en la integración y el bienestar emocional», explicó Padilla. Las microagresiones y actitudes discriminatorias en los países receptores contribuyen al desarrollo de problemas como la ansiedad y la depresión, dificultando el proceso de adaptación.
Uno de los mayores desafíos en la atención psicológica a mujeres migrantes es adoptar un enfoque intercultural que respete las diferencias culturales y los valores individuales. Maya Amrane destacó la importancia de este enfoque: «Cada persona trae consigo un bagaje cultural que influye en su percepción de la salud mental y en su relación con el terapeuta». Este contexto debe ser considerado para garantizar una atención respetuosa y efectiva.
Por su parte, Marie Lucia Monsheneke subrayó cómo las normas sociales y los estigmas relacionados con la violencia pueden invisibilizarla. Muchas mujeres no identifican lo que han vivido como violencia, lo que dificulta su acceso a los servicios de apoyo. «Es fundamental educar tanto a las mujeres como a los profesionales sobre estas realidades para construir redes de apoyo más eficaces», añadió.
La atención psicológica para personas refugiadas, apátridas o migrantes se fundamenta en tres principios clave: el reconocimiento de la salud mental como un derecho humano esencial, su papel como facilitadora de la integración y su capacidad para prevenir daños a largo plazo. En Zehar-Errefuxiatuekin, este servicio refleja el compromiso con la acogida, el acompañamiento y el empoderamiento de las personas refugiadas, contribuyendo a construir una sociedad inclusiva que valore la diversidad cultural como una fortaleza.
A pesar de su importancia, la atención psicológica enfrenta retos como la necesidad de garantizar la accesibilidad, formar a los equipos en enfoques interculturales e interseccionales y ampliar los recursos frente a la creciente demanda. No obstante, también presenta oportunidades significativas: innovar en los modelos de atención, fortalecer las redes de colaboración con otras organizaciones y sensibilizar a las comunidades receptoras para fomentar la empatía y el apoyo.
En Zehar-Errefuxiatuekin, continuamos trabajando para que la atención psicológica sea una herramienta de transformación y justicia social, especialmente para las personas que enfrentan las mayores dificultades. Porque acoger no es solo abrir una puerta, sino construir puentes hacia una vida digna.