La imagen de Hidralia Energía-Hidro Santa Cruz, la empresa de capital español y ejecutora del proyecto Cambalam en Santa Cruz Barillas, se desmorona. La imagen o la máscara: una empresa “cercana, accesible, próxima, comprometida y dialogante”, según la autodefinición corporativa, revela en Guatemala su carácter impositivo, violento, el menosprecio de la opinión de las comunidades, sus intereses ocultos.