En el Día Mundial de la Poesía – desde ZEHAR errefuxiatuekin, un bonito recuerdo, homenaje a las personas que se dejan la vida en el tránsito.

NO al cierre de CEAR – @CEARefugio http://bit.ly/Y5DfHt

No le digas, Ciudad, que volví a buscarles

cuando ya se han ido.

No me recuerdes, Ciudad, que me marché sin ellos.

Que crucé el Magreb, México, Alemania, Irán, Colombia.

Que doblé las fronteras de Afganistán, de Polonia, de Francia,

que atravesé el océano Atlántico, Pakistán, Sahara, Gibraltar.

No le digas, Ciudad, que encontré desnudo el lecho que un día compartimos.

Que hallé tu cuna vacía,

tu taza de jengibre hace tiempo derramada,

el baúl de los cuentos que me leías de niña, de niño,

cuando éramos chicos.

No le digas

que levantaron un muro en ese rincón donde charlábamos

y que una sombra fría cubre la ceiba que plantaste.

No me recuerdes, Ciudad, que intenté llevarles conmigo

a Londres, Oxford, París, Estrasburgo, Nueva York, Miami,

Berlín, Munich, Limerick, Madrid, Oslo, Luxemburgo,

Bilbao.

No le digas, Ciudad, lo que he añorado tu luz adjetiva,

el aire que cruza ventanas sin fronteras,

las piernas desnudas, las calles habitadas,

las casas ajenas, las visitas inesperadas,

la yuca en la mesa, los plátanos fritos, el mate compartido,

tu charla en el autobús, en la plaza

en aquella esquina donde solíamos cruzarnos.

No me recuerdes, Ciudad, que nos persiguieron por el color de tu pelo,

esa nariz pequeña, mi piel más clara, más oscura, distinta.

Por tu origen mestizo, sus raíces indígenas, el pasado criollo.

Por sentirnos budistas, musulmanes, católicos, hinduistas, protestantes.

Por practicar tu religión, por negarme a practicarla.

Por ser mujer, por querer a otra mujer, por no querer

al hombre que me asignaron.

Por ser hombre y querer a otro hombre.

Por hablar del pueblo, con el pueblo, por defenderlo en la calle

por querer elegir a quienes mandan.

Por haber nacido al otro lado de una frontera

dibujada en este mapa que fue el mundo.

No les digas, Ciudad, que busqué los colores de tus estaciones ciertas,

las pisadas sobre blanco,

las hojas verdes, marrones cuando las roba el viento

el amarillo.

Y encontré inviernos que no alivian mantas ni abrigos.

Dime Ciudad, que no eres un invento de estas tardes

en que armo bolígrafos bic como si fueran

poemas clandestinos.

En este piso en que apenas cabe la memoria,

hoy hay sitio para alguien que me escucha.

Sonríe al saber que robé versos a Raúl Rivero,

y llora si le digo

que mordí el sabor

de sus palabras exiliadas.

R.C @CelisRaquel