Dos militantes sociales colombianos y una indígena peruana estarán durante los próximos seis meses en Bilbao. Durante ese tiempo, intentarán construir redes de apoyo contra la impunidad.
“Cuando te ocurre la primera vez, te asustas. Pero cuando se vuelve costumbre, lo terminas asimilando”. Con esa frase, la activista colombiana Doris Rivera se refiere, nada más y nada menos, que a las amenazas de muerte que pesan sobre su cuerpo. A ojos de los paramilitares de aquel país, su “delito” no ha sido otro que defender los derechos de las mujeres. Ahora está en Bilbao, acogida por el Programa Vasco de Protección Temporal para Defensores y Defensoras de Derechos Humanos. Al menos durante los próximos seis meses, nadie podrá matarla.